V. LAS OBJECIONES

Entre nosotros son poco conocidos los extraordinarios mensajes que acabamos de reseñar. Pero en cambio han impresionado y circulado bastante algunas objeciones que formula el sacerdote español, Padre Luis Jesús Luna, y otras originadas en nuestro ambiente. En la imposibilidad de tratarlas todas, serán seleccionadas cinco de las más importantes, que, por lealtad para con nuestros lectores, debemos examinar con detenimiento.
Primera objeción
Se cuestiona aquí el mensaje del día 12 de Diciembre 1969, dictado por Santo Domingo de Guzmán, que dice así:
“ 1) Que se extienda y que se proclame el rezo del santo rosario de Padrenuestros que la Virgen ha dictado en este sagrado lugar (este rosario consiste en cincuenta Padrenuestros, Avemarías, Glorias y Avemaría Purísima); 2) Que se extienda a todo el mundo la adoración de la Santa Faz del Señor; haced el Vía Crucis contemplando el Divino Rostro de Cristo Jesús conmemorando la Pasión, Muerte y Resurrección; unido a los dolores de la Bienaventurada siempre e Inmaculada Virgen María, pidiendo perdón por todos los pecados, todas las ofendas, insultos, sacrilegios proferidos al Divino Rostro. Que comulguen todos los primeros jueves de cada mes, durante todos los años, hasta la próxima venida del Señor, haciendo veinte minutos de reparación, dando gracias a Dios, pidiendo la conversión de Rusia. Todos los que adoren la Santa Faz y hagan esta Comunión reparadora, recibirán la gracia de morir en la santidad.
La salvación del mundo está en hacer lo que se ha dictado en este mensaje.”
Se afirma que este mensaje adolece de excesiva cortedad de miras y exaltación de lo accesorio.
La cortedad de miras -respondemos- y la exaltación de lo accesorio podrán surgir, quizá, de la poda y mutilación del texto adulterado por los propios objetantes, quienes han publicado y hacen circular como verdadero y auténtico este texto previamente vaciado de su verdadero e íntegro contenido. Podríamos citar el título del libro y número de página que documenta el desafuero cometido por los adversarios de los mensajes de Clemente Domínguez. No lo hacemos para evitar difamaciones innecesarias.
Pero tal cortedad de miras no surge, en absoluto, del verdadero, auténtico e íntegro mensaje dictado por el Cielo que, con divina claridad, profundidad y belleza, nos traza un amplio programa de vida espiritual, de apostolado y de reparación heroica.
La crítica de los impugnadores de Clemente Domínguez ataca el Rosario de Padrenuestros, el escapulario, las imágenes sagradas en él contenidas y las prácticas piadosas que suelen ser consideradas ya fuera de moda, resabios sin importancia y sin eficacia, de una ya anticuada, perimida y supersticiosa devoción popular.
Pero esta hinchada suficiencia ridiculiza especialmente el escapulario que en El Palmar se lleva externamente, por orden del Señor, dictada por medio de Clemente Domínguez. A quienes obedecen esta orden se les designa despectivamente como “los del escapulario”, “los acólitos del escapulario”, y también: “la pandilla”, y el “el grupo clementino”.
La defensa del escapulario no la vamos a hacer nosotros porque la hizo ya el Señor, el día 12 de Febrero de 1971. Ese día, en efecto, se apareció sangrando por todas sus llagas y dijo lo que sigue:
“Hijos míos: hoy sangro por todas mis llagas, porque veo, en estos grupos que vienen aquí a rezar, personas que desprecian mis palabras, que consideran ridículos mis mandatos. Examinad vosotros: ¿Es ridículo que tengáis en vuestras carteras y en vuestras casas el retrato de vuestros padres? Los tenéis en las paredes y no os importa la opinión de nadie.
“Yo os pregunto: ¿Acaso no soy vuestro Padre Yo? ¿Por qué no dais testimonio de Mí? ¿Acaso es ridículo que llevéis el escapulario externamente dando testimonio de vuestra fe? ¿Acaso Satán puede insistir tantas veces en que llevéis este Santo Escapulario cuando precisamente este Escapulario es para expulsar a Satán?... Hijos míos: son innumerables los que están en el Cielo por causa de las Santas Cruzadas. Todos ellos portaban banderas con mi señal y la de la Virgen Santísima, y se enfrentaban con los enemigos sin reparar que iban a perder sus vidas corporales.
“Ha llegado el omento de tener valor y servir de mofa, si es preciso, en defensa mía. Mirad que es Mi Rostro, Mi Sagrado Corazón y el de Mi Madre Santísima. En estas tres reparaciones está la salvación del mundo.
“Todos los que vienen aquí tienen pruebas, más que suficientes, de la autenticidad de estos mensajes en que se dice que hay que llevar externamente este Santo Escapulario. Observad cómo a mis otros videntes, Antonio y José, les hemos ido pidiendo los escapularios, se los hemos ido bendiciendo, no una sola vez, sino muchas. ¿Es que no es prueba suficiente? ¿Para qué queréis más pruebas?... Hay que hacerse niños para comprender los misterios divinos. Para comprenderme a Mí no hace falta estudio: sólo humildad, y la gracia del Espíritu Santo caerá sobre él. ¡Ay del que se escandalizare de este escapulario! ¡Pobre de él!”
Con esta amplia y paciente explicación del Señor sobre la adoración de la Santa Faz como una de las condiciones a que está sujeta la salvación del mundo, queda, pues, aclarada y desvirtuada la primera objeción.
La Iglesia siempre ha admitido y enseñado que Dios suele sujetar a ciertas condiciones y prácticas piadosas la concesión de gracias especiales, según las necesidades de los tiempos. Y es evidente que el Señor puede ligar al uso del escapulario de la Santa Faz y demás condiciones establecidas en el mensaje, la concesión de aquellas gracias especialísimas que el mundo hoy necesita para salvarse de los gravísimos castigos que merece y están ya anunciados.
Es absurdo ver, en esas condiciones de salvación, cortedad de miras ni exaltación de lo accesorio, como pretenden quienes formulan la primera objeción. El Señor se ha dignado explicar las razones por las cuales pidió se incrementara la adoración a la Santa Faz. Y hasta tuvo la bondad de señalarnos una prueba decisiva de la autenticidad de este mensaje al recordarnos que otros dos videntes, Antonio y José, coinciden con Clemente Domínguez en lo referente a la Santa Faz. Este argumento es válido también para los que no tienen fe en los mensajes, pues la coincidencia de dos testimonios graves, precisos y fidedignos, siempre se ha tenido, en todos los tiempos, como prueba suficiente de la realidad de un hecho.
Carece, pues, de fundamento la primera objeción.
Segunda objeción
Se refiere al mensaje del 15 de Diciembre de 1969 que los objetantes presentan en los siguientes términos:
“En verdad, en verdad os digo: el que no ama a mi Madre, no me ama a Mí ni al Padre; por tanto, Yo no lo tendré en cuenta en el día del juicio.” (La Santa Faz.)
Y la crítica es la misma: cortedad de miras y máxima exaltación de lo accesorio”.
Juzgue el lector si no serán los objetantes quienes se han quedado cortos, muy cortos, al transcribir el mensaje, pues el verdadero y auténtico texto despliega la magnífica amplitud de su pensamiento en los siguientes términos:
“15 de Diciembre de 1969. La Santa Faz: En verdad, en verdad os digo: el que no ama a mi Madre no me ama a Mí ni al Padre. Por tanto, Yo no le tendré en cuenta en el día del juicio. Todo debe venir por medio de mi Madre. Quien profanare a mi Madre, a Mí me profana y al Padre, y el castigo será divino.”
“La Inmaculada Concepción: Mi Divino Hijo os ha dicho que quien pidiera gracias por mi mediación, las recibirá. Y Yo os digo que quien no adorare la Faz de mi Divino Hijo, Yo no le oiré.”
“El Sagrado Corazón de Jesús: Hijo mío: quien adorare mi Divino Corazón y no adorare mi Divino Rostro, no tendré compasión de él, pues quien adora el Corazón, adora todo el Cuerpo. Quien adorare mi Corazón y mi Faz y despreciare la Eucaristía, Yo no le oiré.”
Dejamos a la cristiana sensibilidad del lector el apreciar y saborear la hondura y la hermosura de estas palabras en que no se sabe si admirar más: la profundidad doctrinal, la fuerza persuasiva, o la divina y transparente belleza de la forma.
¿Es esto “cortedad de miras y exaltación de lo accesorio”?
Este mensaje se defiende solo, por su propio contenido. Su origen divino brilla por su verdad deslumbrante, por su bondad inmensa, por su gran belleza que nos conmueve y asombra.
¿Cómo puede verse “cortedad de miras” ni “exaltación de lo accesorio” en este cuadro grandioso donde la razón, la teología, la metafísica, la lógica, la doctrina tradicional de la Iglesia y la consumada sobriedad de la expresión se enlazan admirablemente y concurren en un todo armónico y jerárquico donde cada parte ocupa su debido lugar: la Madre del Señor, Mediadora de todas las gracias, el Rostro Divino del Señor, su Sagrado Corazón, su Divino Cuerpo, su Divina Persona y su Eterno Padre?
Por todas partes brilla en el conjunto un orden lleno de esplendor. Y como tan admirable contenido excede ostensiblemente la capacidad de Clemente Domínguez, persona desprovista de estudios superiores universitarios ni teológicos, esta misma desproporción demuestra que Domínguez no es causa principal, sino sólo instrumental de los mensajes, lo que confirma la autenticidad de las apariciones.
Tercera objeción
“El señor Cardenal ha prohibido celebrar Misa en el Lentisco; luego, es el Señor quien no quiere que se celebre.”
Así argumentan, entre nosotros, algunos católicos desorientados por la campaña adversa a Clemente Domínguez.
Si esa conclusión fuera verdadera, resultaría que todos los mensajes del Señor, que reiteradamente piden se celebren Misas en El Palmar, serían apócrifos; y todas las Misas que allí se celebran, le desagradarían profundamente.
Pero lo verdadero es lo contrarío. Así lo prueban los hechos.
En efecto, con posterioridad a la prohibición del señor Cardenal de Sevilla, publicada el 18 de Mayo de 1970 y reiterada el 18 de Marzo de 1972, las Misas han continuado celebrándose en El Palmar. Pero también han continuado sucediéndose apariciones y mensajes, curaciones y conversiones maravillosas, éxtasis y prodigios solares y hechos extraordinarios. Y no solamente han continuado, sino que han ido en aumento el fervor, la oración y la penitencia.
Ahora bien: si continúan y crecen las señales inequívocas de la intervención del Cielo, ello evidencia que el Señor aprueba las Misas que allí se celebran a pesar de la prohibición del señor Cardenal.
Los videntes y sus seguidores han cumplido, pues, su inexcusable deber de prestar obediencia antes a Dios que a los hombres. Desde la fecha de la prohibición, una nube creciente de reparación, oración y penitencia continuó subiendo al Cielo desde la cima del Monte de Cristo Rey, donde el que manda es -claro está- Cristo Rey... y también el señor Cardenal de Sevilla, cuando está en comunión con El y con su amado Vicario, Pablo VI.
Tales son los hechos. Y los hechos no se discuten. Y estos hechos gravitan sobre el derecho, porque la prohibición del señor Cardenal ha caído en evidente desuso con el tácito consentimiento del mimo, durante los tres años que han transcurrido desde su última prohibición. En efectos las leyes caducan por su incumplimiento general, prolongado y consentido por la propia autoridad que las dictó.
Por otra parte, las prohibiciones del señor Cardenal revisten carácter de sentencia de primera instancia, que niega la autenticidad de las apariciones y mensajes de El Palmar. Pero tal sentencia ha sido oportuna y formalmente recurrida por aquellos mismos a quienes las prohibiciones afectan y deshonran. Por lo tanto, la decisión de la Iglesia está ahora en manos del Santo Padre, el Papa Pablo VI. Y cualquiera comprende que si el Santo Padre, en definitiva, reconociera mañana como auténticos los mensajes de El Palmar, serían irreparables los perjuicios que el señor Cardenal irrogaría injustamente hoy, si ahora mismo, pendiente el recurso, hiciera valer a todo trance su prohibición, como si fuera definitiva.
Irreparable fue el perjuicio que a Santa Juana de Arco causó el Obispo de Beauvais, monseñor Píerre Cauchon, cuando desestimó la autenticidad de sus apariciones y mensajes, y firmó la sentencia que la mandó quemar viva en la Plaza del Mercado de Ruán, sin esperar la sentencia definitiva de la Santa Sede, a la cual había apelado la propia madre de la heroica vidente.
Con respecto al caso de Sevilla, ya hemos mencionado en el capítulo III el vigoroso alegato firmado por 342 testigos presenciales, que puntualizan los hechos extraordinarios de El Palmar y manifiestan que ningún firmante y ningún vidente fue llamado a prestar declaración ante el Arzobispo de Sevilla, que la sentencia se ha dictado sin audiencia de los acusados y que, por tanto, la sentencia es jurídicamente nula.
El enérgico memorial presentado ante el señor Arzobispo de Sevilla funda el recurso en una impresionante enumeración de hechos extraordinarios ocurridos en El Palmar con intervención de los videntes María Luisa Vila, María Marín, Rosario Arenillas y Clemente Domínguez y concreta fechas, horas, y demás circunstancias de las comuniones místicas visibles, estigmatizaciones, sangraciones, coronaciones de espinas y éxtasis con sus preciosos frutos de revelaciones, sacrificios, penitencias, apostolado y conversiones. (Documento Nº 1).
Con el énfasis propio de quienes han visto la verdad con sus propios ojos, los firmantes manifiestan que negar tan abundantes y públicos hechos, acreditados con innumerables pruebas, sería acto de “absurdo y loco escepticismo, parecido a las negaciones de los fariseos, con respecto a las obras y milagros del Señor que veían, pero que repudiaban, llegando su cinismo a decir que el Señor actuaba por arte y poder del demonio”. Los enemigos de hoy no le van en zaga a sus antecesores, contemporáneos del Divino Salvador, para negar los hechos sobrenaturales que nos ha tocado presenciar y admirar y que son humanamente inexplicables...
Reiteramos que ese documento se transcribe íntegro, a continuación del presente prólogo y como parte integrante del mismo, en calidad de prueba documental.
El recurso al Santo Padre, contra la prohibición del señor Cardenal, fue elevado a Roma y entregado personalmente en manos del Sumo Pontífice Pablo VI, por el propio vidente, Clemente Domínguez, el día 16 de Abril 1972, o sea, dentro de los 30 días de la fecha de la resolución recurrida. De hecho constituye una apelación que coloca el asunto en instancia papal. Posteriormente, Domínguez ha vuelto varias veces a Roma para entregar al Santo Padre, en propias manos, y por medio de altos prelados del Vaticano, como el Cardenal Ottaviani, diversos informes sobre los nuevos sucesos extraordinarios y mensajes recibidos en El Palmar.
La última de esas presentaciones por nosotros conocida, lleva fecha 8 de Diciembre de 1974, y cobra particular importancia porque demuestra los humildes y filiales sentimientos de sumisión al Papa que abrigan los videntes, apóstoles y peregrinos de El Palmar: porque evidencia que el Santo Padre continúa puntualmente informado de todo lo que ocurre en el sagrado Monte de Cristo Rey, a fin de que pueda dar, en su momento, la sentencia definitiva; y porque agrega un valioso resumen que compendia todo el contenido de los mensajes dictados a lo largo de siete años. Dada la importancia de esa presentación, su texto se transcribe como parte integrante y prueba documental del presente prólogo. (Documento Nº 3).
La prohibición del señor Cardenal apenó muchísimo al vidente Clemente Domínguez, quien se vio en un conflicto de obediencias, pues, por un lado, el Señor le ordenaba la celebración de Misas y el señor Cardenal se las prohibía. Confuso y perplejo, el vidente, con la sencillez, llena de filial confianza con que suele dirigirse al Señor, le consultó, el día 1 de Enero de 1971, en los siguientes términos:
“Señor... y a los obispos, que la mayoría combaten... ¿qué les digo?”
“Diles -contestó el Señor- que examinen a historia de la Iglesia y que ha habido obispos que han difamado a los videntes, que los han calumniado y los han llevado a la hoguera y, posteriormente, la Iglesia ha canonizado a esos videntes. Que admitan que ellos pueden equivocarse, que pidan luz y se la daré. Y tú, hijo mío, agárrate fuerte al Papa, que él no te condenará, y cuando tengas dudas y para ti te digas: ‘Esto debe ser mentira porque el Cardenal me ha dicho que es mentira'... Pero el Vicario de Cristo, aún no ha hablado; ahí descansas. Si llegara a hablar, consulta conmigo.
“Además, no te esfuerces por hacer comprender a los teólogos y a los obispos porque, mientras ellos no tengan humildad, no comprenderán nada.
“Diles a ellos que observen cómo hay hijos que viven en la miseria, donde no les ha llegado la cultura, que son analfabetos y aceptan mi palabra porque tienen sencillez y humildad. Pero siempre se cumplirá esto: A los poderosos los derribo de sus tronos y a los humildes los ensalzo. ¡Qué fácil es todo cuando hay humildad! Os bendigo.”
Reiteramos que este mensaje es del 1 de Enero de 1971. Es anterior, entonces, a la segunda prohibición del señor Arzobispo, la cual lleva fecha 18 de Marzo de 1972. Pero inmediatamente después de esa prohibición segunda -se diría que como respuesta a la misma- el día 25 de Marzo de 1972 el Padre Eterno, por medio de Clemente Domínguez, dijo:
“Hijos míos: estoy grandemente enojado con el Pastor que guía el rebaño de Sevilla. No ha obrado con prudencia. Ha condenado, sin estudiar seriamente y con espíritu humilde, los benditos fenómenos sobrenaturales acaecidos en este sagrado lugar de El Palmar de Troya. Mi brazo justiciero se dejará caer sobre este Pastor. No puedo permitir que la humanidad se mofe de mis hechos sobrenaturales, de mis prodigios, de mis gracias, repartidas para todos los que quieran acogerse.
“Hasta ahora no se ha hecho un verdadero estudio de este sagrado lugar. ¿Dónde están aquí los grandes teólogos, los doctos? Sólo han sido enviados algunos, los cuales han informado mal.
“Está llegando mi hora de la justicia. O se está con mi Hijo Jesucristo o se está contra El. Andad con cuidado. La obediencia ciega puede ser ocasión de desvío y de cisma. La roca está en el Papa, Pablo VI, y en los obispos que estén en verdadera comunión con El. Cuando un obispo, en temas fundamentales, se aparta del Magisterio Papal, mi Hijo Jesús le retira las ovejas a él encomendadas.
“Estoy muy enojado con el Episcopado español. Sigue sin tomar en serio el documento de la Sagrada Congregación de Roma. Sabed bien que si esta Conferencia Episcopal no se adhiere al llamamiento de la Santa Sede, exhortándolos a corregir errores, esta Conferencia se verá dando tumbo tras tumbo, y no hallará la luz, y cuando venga el cisma, muchos de estos obispos seguirán sus huellas...
“Es necesario y urgente que se restablezca en todo el mundo la Misa Tradicional, pues de seguir estas innovaciones en lo más sagrado de la Iglesia, la confusión será mayor. Os bendigo.”
Dos días después, el 27 de Marzo de 1972 (tras de haber celebrado el Santo Sacrificio de la Misa, según el rito tridentino, el Padre José de las Pobres Animas), el Señor dijo:
“Clamad por todas partes que se envíe el mayor número de firmas, para pedir a mi Amado Vicario que se restablezca la Misa Tridentina, en latín, de San Pío V. El está deseando restablecerla, pero hay muchos enemigos a su alrededor. Pedid mucho para que soporte la terrible cruz que pesa sobre sus hombros y que sus mismos hijos han cargado sobre sus hombros. Está a punto de dar a conocer importantes documentos, pero los enemigos están presionándole para que no salgan a luz. Rogad por él, vuestro padre en la tierra, el mártir del Vaticano. Os bendigo a vosotros, a España y al mundo.”
La conclusión es obvia: el Cardenal de Sevilla ha prohibido la Misa en el Lentisco de El Palmar de Troya. Pero Dios manda que se celebre allí la Misa y, precisamente, la de San Pío V, y no otra. La opción entre ambos mandatos no ofrece, para un cristiano instruido, ningún género de duda.
Tampoco es dudoso que Dios quiere que se restablezca en todo el mundo la Misa Tradicional, Tridentina, Latina, de San Pío V. La opción tampoco ofrece ninguna dificultad para un verdadero católico.
El lector se sorprenderá, quizá, si decimos que a la voz del Señor se ha unido, privadamente, la del Santo Padre, Papa Pablo VI; pero es así. La noticia fue publicada el 23 de Noviembre de 1974 en el número 549 del semanario español “¿Qué pasa?”, dirigido por Don Joaquín Pérez Madrigal, en la siguiente forma:
“El Cardenal-Arzobispo de Sevilla, en una visita a Roma para informar al Papa sobre asuntos de la Diócesis, recabó el consejo a Pablo VI sobre la conducta pastoral a seguir en los casos de El Mimbral y El Palmar. Digo yo que pensando, quizás, en que el Papa otorgaría, naturalmente, su conformidad en que se les pegara el 'baculazo' de la desautorización.
“Pero el Papa, que tiene sobre estos y otros casos de tipo carismático una información por otros conductos, que posiblemente, el Cardenal de Sevilla no sospechaba, le dio al pastor hispalense una respuesta 'diplomática' poco más o menos en estos términos: ‘Deje que se vayan desarrollando los acontecimientos mientras todo vaya pacíficamente. Recuerde lo que dijo Gamaliel al Sanedrín cuando éste quería desautorizar, prohibir y condenar la predicación de los Apóstoles: «Dejad a estos hombres... porque si esto es consejo u obra de los hombres... se disolverá; pero si viene de Dios, no podréis disolverlo, y quizás algún día os halléis con que habéis hecho la guerra a Dios. (Act. 5, 38-39)»
“¿Que de qué manga me he sacado esta información? El mismo Cardenal de Sevilla se lo refirió a un sacerdote paisano y amigo mío, de cuyos labios lo he oído.”
Estamos, pues, ante una colisión de obediencias y es sabido que en tales casos se ha de obedecer al más superior.
Entonces: entre la prohibición del señor Cardenal de Sevilla y la orden clara, terminante y contraria del Señor, confirmada con la actitud prudente, respetuosa y permisiva del Santo Padre Pablo VI, los clérigos y seglares de El Palmar optaron, como es natural y justo, por obedecer al más superior y siguen yendo tranquilamente a El Palmar, celebrando y asistiendo allí a las Misas del Rito Tridentino Latino de San Pío V.
Y ahora, al término de este largo razonamiento, quien nos ha seguido con atención, podrá ver mejor qué poderosas son las razones por las cuales el señor Cardenal-Arzobispo de Sevilla, Monseñor José María Bueno y Monreal, ha permitido, de hecho, que, después de su prohibición, se continuara celebrando Misas en El Palmar, lo mismo que antes de ella.
Porque, en efecto, la continuación de los prodigios después de la prohibición y a pesar de la aparente desobediencia; el derecho natural de legítima defensa en juicio invocada por quienes fueron alcanzados y afectados por la prohibición arzobispal; los poderosos argumentos del memorial del 15 de Abril de 1972; la evidente nulidad de un proceso que no dio lugar a la legítima defensa de los acusados; el efecto suspensivo inherente al recurso interpuesto ante la Santa Sede; la evidencia notoria de lo sobrenatural en El Palmar; las concretísimas y directísimas advertencias del Señor en su mensaje del 1 de Enero de 1971 y las más directas y explícitas del mensaje del 25 de Marzo de 1972; y, finalmente, las precisas instrucciones del Papa Pablo VI publicadas en el semanario “¿Qué pasa?”, son razones mucho más que suficientes para explicar por qué ahora el señor Cardenal de Sevilla permite lo mismo que antes prohibió. Y hay que reconocer que la actual actitud prudente, condescendiente y permisiva del señor Cardenal, se apoya en fundamentos solidísimos.
Cuarta objeción
Se critica aquí la actuación de Clemente Domínguez en la magna concentración de más de 40.000 peregrinos que acudieron a El Palmar el 15 de Mayo 1970. Los adversarios de Clemente afirman que ese día el vidente demostró un “egoísmo a ultranza” y exhibió la “pendenciera irresponsabilidad de un charlatán que aspira a profeta”.
En buen castellano, este hiriente sarcasmo significa que la aparición ese día no se produjo, que tampoco se produjo ninguna curación, que el mensaje no existió y que todo fue una burla irresponsable de la fe pública.
El análisis pormenorizado de la intensa y gloriosa jornada nos llevaría demasiado espacio. Nuestra refutación no seguirá, pues, ese derrotero, sino otro camino mucho más breve, pero no menos eficaz. Afirmaremos un solo hecho y formularemos solamente dos sencillas preguntas. Que eso basta, ya lo verá el lector.
Afirmamos: que ese día, durante la aparición y trasmisión del mensaje por medio de Clemente Domínguez, fueron curados en El Palmar, 14 enfermos, en forma instantánea, mediante la aplicación del agua milagrosa del pozo situado cerca de la entrada de la finca, agua que en muchos casos ha sido aplicada con resultados prodigiosos. Una de esas 14 curaciones milagrosas ocurrió precisamente en el momento en que el Padre Tapies le administraba ese sacramental a un niño ciego, que recobró inmediatamente la vista. Las pruebas de dichas curaciones han sido recogidas en El Palmar donde pueden recabarla los interesados en efectuar la comprobación.
Formulamos, ahora, la primera pregunta: Si el mensaje fue una burla y una farsa de un “charlatán aspirante a profeta”, ¿cómo se explica, entonces, que semejante “embaucador de multitudes” no solamente ha eludido toda sanción eclesiástica, penal y civil, sino que, además, ha merecido de Dios una condecoración tan extraordinaria y honrosa como es la estigmatización, señal visible en sus manos y en su frente, que lo distingue, a los ojos de todos, como un elegido de Dios?
La prueba de esa estigmatización es abundantísima. Bastará mencionar aquí una hermosa fotografía publicada por los propios adversarios de Domínguez, que fue tomada en Semana Santa de 1971, es decir: casi un año después del... “fraude”.
La fotografía muestra claramente la señal de la cruz sobre la frente, marcada con dos heridas cruzadas, de dimensión impresionante. También muestra el estigma de la mano derecha, en la forma clásica, y documenta asimismo la expresión de reprimido dolor del vidente, pues los estigmas no son “adornos” placenteros, sino verdaderas heridas que producen verdadero dolor.
Somos varios los que hemos podido ver, en la frente de Domínguez, la cicatriz de esa señal, en El Palmar de Troya y en Buenos Aires; y algunos han visto también la llaga que tiene en el costado. El testimonio es más eficaz que el razonamiento. Y aquí no se retacea ninguno de los dos.
Ahora bien: los objetantes publican la fotografía y certifican la fecha, pero de ningún modo impugnan la autenticidad de las llagas místicas, y de tal manera las reconocen. Nuestra primera pregunta, pues, no puede ser contestada lógicamente sino con el reconocimiento de la autenticidad del mensaje criticado y de todos los demás, porque es evidente que Dios no va a poner su señal divina sobre la frente de un vulgar estafador de multitudes, ni de un charlatán que aspira a profeta, ni de un iluso.
Preguntamos, por fin: Si el mensaje fue una burla, ¿cómo es posible que exactamente cuatro años después, el día 15 de Mayo de 1974, el Señor mismo ha garantizado la sinceridad y la verdad fundamental de los mensajes dados a través de Clemente Domínguez? ¿Debemos pensar que el Señor eligió, precisamente ese día del cuarto aniversario, para celebrar así, con tan elocuente respaldo, las trampas de un “charlatán aspirante a profeta”? La sola hipótesis nos parece ya una profanación.
En efecto: el día 15 de Mayo de 1974 el Señor dijo: “Los mensajes que damos por medio de mi hijo Clemente son auténticos casi totalmente, con algunas variantes sin grave resultado”.
Pero si ese día Domínguez hubiera cometido el escandaloso fraude que sus críticos le atribuyen con tanta ligereza, entonces los mensajes de esa fecha serían falsos totalmente y no habrían sido calificados por el Señor como “auténticos casi totalmente, con algunas variantes sin grave resultado”. Pero estas precisas palabras fueron pronunciadas por el Señor el 15 de Mayo de 1974. Luego las visiones y mensajes de ese día fueron, sustancialmente, reales y verdaderos.
Es aquí donde debemos formular una acotación importante. El Señor admite que en los mensajes dados por Clemente Domínguez hay algunas variantes; y podemos pensar que ellas se deben a imperfecciones humanas del vidente, tales como errores, debilidades y también interferencias diabólicas. Pues los videntes no son infalibles, ni impecables, ni exentos de interferencias malignas. Pero es clarísimo que tales fallas no han podido alterar gravemente el contenido de los mensajes, pues así lo certifica expresamente el Señor.
Ya tienen respuesta, pues, los objetantes, que pretenden menoscabar o invalidar las apariciones y mensajes dados por Clemente Domínguez esgrimiendo posibles o reales errores, debilidades y aman interferencias diabólicas.
Pero hay más: el día 16 de Mayo 1974, el Señor, en mensaje público, calificó a Clemente Domínguez como “mi abnegado apóstol y mensajero Clemente, de Sevilla, España”, y este elogio es del todo incompatible con la versión de los adversarios sobre los sucesos ocurridos en El Palmar el día 15 de Mayo de 1970.
Naturalmente el lector se estará preguntando cómo y por qué nos atrevemos a atribuir nada menos que a Nuestro Señor tan decisivas declaraciones en favor de la actuación y de la misión de Clemente Domínguez. Nada más razonable, y de inmediato vamos a satisfacer su pregunta.
Desde hace muchos años – como veremos más adelante – el Señor dicta sus -mensajes a una multitud de videntes esparcidos por todo el mundo y, entre ellos, a una religiosa mexicana, fundadora y superiora de la Orden de los Mínimos y Mínimas Franciscanas del Perpetuo Socorro de María, aprobada ya en el orden Diocesano y aprobada también, muy recientemente, por el Papa Pablo VI, en el orden universal, según lo comprueba la nota que, con sello de la Orden y firma de “La Pobre Portavoz de Jesús”, que es la Reverenda Madre María Concepción Zúñiga López, se tiene a la vista en el momento de redactar este prólogo.
Y si bien es cierto que la aprobación pontificia de la Orden no implica, de suyo, aprobación de los mensajes dictados a la Fundadora, sin embargo, a nadie se le oculta que dicha aprobación comporta un juicio sumamente honroso sobre la personalidad de la misma, sobre su alta autoridad moral y sobre la credibilidad de su testimonio.
La Fundadora, Superiora y vidente reside en la casa matriz de la Orden, Casa “del Desagravio”, situada en la ciudad de México. Ella mis a ha narrado por escrito y con detallados pormenores, los mensajes que recibió el 15 y el 16 de Mayo de 1974, en los cuales el mismo Nuestro Señor Jesucristo confirma la autenticidad de los mensajes dados a través de Domínguez, los mismos que se ofrecen en el presente volumen.
El relato de la Madre Zúñiga López puede leerse en la Revista “Estrella”, con oficinas en la ciudad de México, calle Prolongación Morelos Nº 249, Colonia Santa Isabel Tola, La Villa, México 14, D. F. El lector lo encontrará en las páginas 28, 29 y 30 del número 38, correspondiente al mes de julio de 1974.
El testimonio del Señor, dado a través de una vidente de tamaña autoridad moral es, sin duda, más que suficiente para tener por desvirtuada la cuarta objeción.
Quinta objeción
Esta objeción no es de origen español, sino de cuño rioplatense y va dirigida contra una frase – contra una sola frase – de la hermosa conferencia que nos dio Clemente Domínguez en Buenos Aires, el día 6 de Noviembre de 1973, en defensa de las Sagradas Escrituras, de la Tradición secular de la Iglesia, del Magisterio, y del Santo Padre Papa Pablo VI.
Salta a la vista la falta de ponderación y de equidad con que los objetantes dejan de lado los grandes méritos de la conferencia (su claridad, ortodoxia y valentía en puntos sumamente difíciles y discutidos en estos tiempos de confusión), para criticar una sola frase que, en verdad, no ha sido feliz ya que, en su expresión material, la infalibilidad pontificia aparece subordinada a la fidelidad personal del Sumo Pontífice.
Sin embargo, para juzgar con equidad hay que considerar también la otra frase que pronunció esa misma noche en la misma conferencia, y de la cual nadie o casi nadie se acuerda: “Para la infalibilidad papal deben concurrir una serie de circunstancias”.
De estas circunstancias, la principal es la formalidad de la definición dogmática “Ex Cátedra”, la cual no existió nunca, ciertamente, con respecto al tema en cuestión, que es la Nueva Misa aprobada por el Papa Pablo VI.
En efecto: la Nueva Misa no ha sido objeto de ninguna definición dogmática “Ex Cathedra” y, precisamente, el Concilio Vaticano II, del que salió la misma, no fue dogmático sino pastoral. El Santo Padre Pablo VI, en su discurso del 19 de Noviembre de 1969, refiriéndose al “Novus Ordo Missae”, ha manifestado públicamente que “El rito y la respectiva rúbrica, por sí no son una definición dogmática...”.
Significa, pues, que la infalibilidad pontificio no puede esgrimirse como argumento contra la Misa de San Pío V, ni contra los mensajes dados por Clemente Domínguez, y en los cuales el Señor pide con insistencia se solicite al Papa el restablecimiento de la Misa Tridentina, en latín, y revela que el Papa Pablo VI está deseando restablecerla, pero en el Vaticano, a su alrededor, hay muchos enemigos que están presionando para impedirlo.
La frase de Clemente Domínguez contiene, pues, la correcta solución del problema planteado artificialmente entre la infalibilidad pontificia y la restauración de la Misa de San Pío V.
La solución no fue muy explícita y, además, quedó desdibujada por la otra frase que subordina la infalibilidad a la fidelidad del Papa.
Pero aquí ya hemos mostrado en forma sobreabundante que las fallas humanas de los videntes, en general, y de Clemente Domínguez, en particular, incluso sus posibles errores, fallas o interferencias diabólicas, no desvirtúan la realidad de las apariciones ni alteran el contenido sustancial de los mensajes aun cuando afecten sus visiones y mensajes. Mucho menos, entonces, pueden desvirtuarlos los errores o fallas que el vidente sufre, no como vidente, sino como simple conferenciante, que no tiene estudios teológicos ni cultura universitaria.
Quienes formulan esta quinta objeción incurren en la errónea suposición – absolutamente gratuita – de que el vidente, para ser auténtico, tiene que ser infalible, no sólo como vidente, sino también como conferenciante.
Exigen, pues, al vidente, lo que no se puede exigir al Papa. En efecto: el Papa, como simple conferenciante, no está amparado por la infalibilidad papal.
Las fallas humanas de Clemente Domínguez en nada afectan ni su calidad ni su misión de vidente. Y sus posibles fallas humanas, como vidente, de ningún modo afectan de manera sustancial el contenido de los mensajes, porque él es sólo causa instrumental y no causa principal.
Para cerrar con broche de oro este capítulo destinado a desvirtuar las objeciones que circulan contra Clemente Domínguez en ambas orillas del Río de la Plata, meditemos un momento las palabras que Nuestro Salvador dijo a la vidente mexicana, el día 16 de Mayo de 1974, inmediatamente después de la comunión.
El Señor le previno: “Te voy a dictar algo que saldrá en Estrella de julio de 1974”. Ella se arrodilló con papel y pluma, y El le dijo:
“Para todos mis hijos buenos que creen y practican mis mensajes dados al mundo y a mi Iglesia Católica Apostólica y Romana por medio de mi Portavoz Mexicana, y los que, desde hace algunos años, doy por medio de mi abnegado apóstol y mensajero Clemente Domínguez, de Sevilla, España, sabed: ... Que por esa fe, y sobre todo por la obediencia que me deis, según por ellos os hablo, os repito: os daré mi testamento de amor. ¿Qué cosa es, este testamento? Es mi promesa de que os daré gracias muy especiales para vuestras almas, con las cuales podréis soportar mejor los sufrimientos presentes y futuros, los cuales, cada día van acentuándose y agrandándose más y más.”
(Hizo aquí Nuestro Señor una pausa, luego agregó:) “¡Yo he unido a España con América desde siempre! Pero más manifiestamente desde que permití que España viniese a estas tierras y desde que mi dulce Madre se apareciera a un hijo pequeño de México, dejando en su tilma su auténtica imagen”. “¡Mis enemigos desahijaron a México de su Madre Patria España! Y, sucesivamente, se han introducido en todos los países americanos, teniendo su sede satánica en los Estados del Norte”. “Estos hechos no se pueden desmentir ya a la faz del mundo, porque la historia es testigo que sucede a todos los tiempos”.
“Ahora, pues, he suscitado en España a mi apóstol Clemente Domínguez Gómez, y en México, con muchos años anteriores, a “mi pequeña portavoz”, la cual no debe ir fuera de su claustro ni debe, ni quiere ella ni Yo que la envuelva el mundo.
 “Cada uno de estos dos ‘amados’ de mi Corazón, están unidos en Mí por mi celo y mi caridad. La tarea es ardua... pero ganará mucho fruto. Por lo tanto: enviad a España la comisión de distribuir mi doctrina de la legión de almas víctimas y esa será una contribución de mi Orden del Desagravio para las obras de El Palmar, que así, en el Vergel de mi Madre Guadalupana, se construye el templo y monasterio del Desagravio Universal.
“En esta recíproca actitud deberéis estar hasta el día en que Yo venga visiblemente con mi Madre Virgen y mi padre tutor José a habitar con los hijos de los hombres.”
Anticipándose, pues, al juicio definitivo de Roma, es el Verbo Eterno Quien ha dirimido esta polémica en torno a Clemente Domínguez, trazando, de paso, con mano maestra, un grandioso cuadro de siglos que enmarca las humildes figuras del Apóstol español y de la Portavoz Mexicana, confiriéndoles dimensión histórica y alcance universal.
Y para que el lector entrevea la estrecha vinculación que los planes de Dios establecen entre el Vergel de México y El Palmar de Troya, mencionaremos ahora el mensaje grandioso que el Señor dio a Clemente Domínguez el 24 de Septiembre de 1974. Rodeado de grandes santos y santas fundadores y reformadores de Ordenes Religiosas, entre los cuales también apareció San Luis María Grignion de Montfort, anunciador de los Apóstoles de los últimos tiempos, el Señor dijo:
”Qh mis queridos hijos: ya veis qué buenos amigos traigo; mis grandes amigos que tanto bien hicieron a la Iglesia y al mundo. Helos aquí: Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Domingo de Guzmán, Catalina de Siena, Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Francisco de Asís, Clara de Asís, Sor Angela de la Cruz, Luis Grignion de Montfort, Vicente de Paul, María Luisa de Marillac, Catalina Labouré...
“Porque así quiero que la futura Orden de los Adoradores de la Santa Faz de El Palmar, entroncada en los mínimos Franciscanos del Vergel, imiten a todos estos santos y santas y tomen parte de las reglas de cada uno de ellos... Pronto surgirá esta Orden de los Adoradores de la Santa Faz que será una rama de los Mínimos Franciscanos del Vergel de México...
“Mis queridos hijos: no olvidéis que todo esto vendrá emanado de la reforma carmelitana de la gran Teresa de Jesús. Por eso mi Santísima Madre se apareció aquí bajo el título del Carmelo.”
El lector ya se habrá adelantado a sacar la conclusión que teníamos en vista al transcribir el mensaje precedente: si por los frutos se conoce el árbol, como nos lo enseña el Evangelio, estas dos Ordenes gemelas, del Vergel y de El Palmar (una de ellas, ya fruto maduro, y la otra, en formación), nos demuestran la autenticidad de esas obras estupendas y, por lo tanto, de las apariciones y mensajes que las han creado y formado.
Vemos, pues, una vez más, que los mensajes que Difusora Mariana Argentina brinda en el presente libro, no son mensajes de Clemente Domínguez, sino de Nuestro Señor, de la Virgen Santísima y de los Santos.


Orden de los Carmelitas de la Santa Faz en compañía de Jesús, María y José