III. LOS HECHOS

El primero de ellos nos sacudió profundamente el día 31 de Diciembre de 1973, en el momento en que nuestro autobús, que había partido de Sevilla hacia las 17 y 30 horas, llegaba a El Palmar y recorría el corto trecho que faltaba para llegar a la entrada de la finca de las apariciones.
Los dieciocho peregrinos argentinos que viajábamos en él, todos integrantes o adherentes de Difusora Mariana Argentina, teníamos los ojos fijos en el magnífico atardecer... cuando de pronto vimos que el borde del sol comenzó a brillar y a girar hacia la derecha, (en el sentido de las agujas del reloj) con gran velocidad, ofreciendo un espectáculo de gran belleza.
Se trata de un hecho frecuente en El Palmar, en San Damiano (Piacenza, Italia) y en otros lugares de apariciones actuales. Ignoramos si existe o no alguna explicación natural del hecho, ciertamente insólito y singular por su frecuencia en los lugares de apariciones. Pero, aunque la hubiera, lo consideramos una señal cierta de amable bienvenida de la Santísima Virgen en el preciso momento en que nosotros llegábamos, esa tarde inolvidable. Ninguno de nosotros ha dudado de ello después de ver y palpar las maravillas de ese sagrado lugar.
Numerosos grupos de peregrinos ingleses, franceses, portugueses y españoles compartieron con nosotros la jornada de intensa oración y penitencia, en reparación de los pecados que se cometen en la noche de fin de año. Ininterrumpidamente se celebraron Misas del rito tridentino latino de San Pio V, con fervientes homilías en los idiomas correspondientes a los distintos grupos.
Durante la celebración del Santo Sacrificio de la Misa notamos que un pequeño grupo comenzó a rodear a una mujer arrodillada, con los brazos y el rostro tendidos hacia arriba.
Entraba en éxtasis la vidente Rosario Arenillas, una humilde mujer que gana diariamente el sustento de su familia colaborando con su esposo, Diego, y con cinco hijas mayores, en la recolección del algodón.
Poco después entró también en éxtasis el vidente Antonio Anillos Martín, un humilde trabajador de la construcción, casado y con hijos, que sostiene a su familia con el trabajo de sus propias manos, encallecidas en, sus tareas de albañil.
Pudimos verificar que, al entrar en éxtasis, ambos videntes perdieron por completo la sensibilidad, es decir: dejaron de percibir las sensaciones que en estado normal todo hombre recibe a través de los cinco sentidos exteriores. En cambio tuvieron la dicha de ver, y oír a la Santísima Virgen y con Ella conversaron, en medio de una gran emoción, que embellecía mucho sus fisonomías.
Las palabras de la Santísima Virgen fueron repetidas por los videntes y de este modo pudieron grabarse en cintas magnetofónicas. En esta forma maravillosa la Santísima Virgen, el Señor y los Santos establecen comunicación con los presentes, a través de un vidente en éxtasis.
La jornada penitencial duró toda la noche y se prolongó durante el día con solemnes cultos eucarísticos y marianos que culminaron en la grandiosa procesión final. Llevamos en triunfo una preciosa imagen de la Virgen del Carmen de El Palmar, hasta el pozo de agua milagrosa que se encuentra cerca de la entrada, junto a la tapia de la finca de las apariciones.
Llegados al pozo, el vidente Clemente Domínguez, (que venía dirigiendo los cantos de la procesión, espontáneamente entonados por los peregrinos) subió al brocal y allí mismo cayó de rodillas, en un éxtasis de una belleza escultórica incomparable. En un momento dado, Domínguez, con el rostro radiante de alegría, siempre vuelto hacia la aparición, comenzó a realizar sobre el estrecho brocal del pozo, una vuelta completa, contra las leyes del equilibrio corporal y, en medio de un fervor indescriptible, todos comprendimos que la Santísima Virgen efectuaba un giro alrededor del Pozo para bendecir a los presentes allí congregados. Así lo confirmó después el vidente, al salir del éxtasis.
Al día siguiente, al anochecer, volvimos al lugar de las apariciones, (también llamado “El Lentisco”, porque el día de la primera aparición de la Virgen, había, precisamente allí, un arbusto de esa especie) y durante la celebración de la Santa Misa tridentina, volvió a entrar en éxtasis el vidente Antonio Anillos Martín.
El día jueves tres de Enero volvimos al Lentisco para hacer oración y penitencia hasta después de media noche, con los demás grupos de peregrinos, y en esa oportunidad pudimos presenciar otro éxtasis admirable de Clemente Domínguez, cuya autenticidad nos consta por haberlo visto muy de cerca, comprobando la absoluta falta de sensibilidad del vidente ante la luz de la linterna eléctrica, verificando la gran dilatación pupilar característica del estado extático, y admirando la transfiguración de su fisonomía, radiante de felicidad y de belleza.
Esa noche el Señor bendijo especialmente a la Argentina, colocó su mano sobre la cabeza de algunos de nosotros, entre ellos el Padre Silvio Venturini; anunció la proximidad de la tercera guerra mundial y comparó El Palmar a un pararrayos que aplaca la ira del Eterno Padre. Anunció también el triunfo muy cercano pero efímero del marxismo y también su definitiva derrota a manos del Caudillo del Tajo, que avanzará victorioso hasta Moscú, produciéndose entonces la conversión de Rusia, ya anunciada en Fátima.
El Señor pidió también a los sacerdotes que defiendan la Misa Tridentina Latina de San Pío V y predijo que quienes lo hagan serán perseguidos y despojados de sus cargos, como lo había profetizado cuando dijo que en su nombre expulsarían a sus discípulos de las sinagogas. Aludió al daño enorme que en el mundo y en la Iglesia ha causado la supresión de las tres Avemarías y de la invocación a San Miguel al final de la Misa. Y nos hizo saber que en ese momento el Papa Pablo VI se encontraba en Roma y entre nosotros, en El Lentisco, en bilocación, llorando por la Iglesia y por sus propios errores; y pidió oraciones para que el Papa reciba la valentía de enmendar los errores de su pontificado. Nos reveló también que esos días, de especial oración y sacrificio, todo el lugar de las apariciones estaba lleno de ángeles que cantaban con nosotros.
El viernes 4, a las 19 y 30, partimos nuevamente de Sevilla hacia El Palmar para hacer oración y penitencia; y el sábado 5 reiteramos nuestra visita y presenciamos otro éxtasis de Antonio Anillos Martín, cuya fisonomía -que ordinariamente nada tiene de llamativa- se embelleció y transfiguró notoriamente ante la radiante belleza de la visión celeste.
Durante el éxtasis fueron colocados, en las manos del vidente, rosarios, estampas, crucifijos y otros objetos religiosos que la Santísima Virgen besó y bendijo. También se colocaron cartas conteniendo peticiones que, terminado el éxtasis, fueron retiradas por sus dueños. Naturalmente, el vidente se encontraba en la imposibilidad física de leer las cartas, ni siquiera de ver a las personas que se las colocaron en sus manos y que de ellas las retiraron, al finalizar el éxtasis.
Sin embargo, días después, el vidente hizo saber a una de esas personas, que la Santísima Virgen había leído su carta y había dado al vidente la respuesta. Ya en vísperas de partir de Sevilla para Madrid y Santander, esa persona envió una nota al vidente rogándole le comunicara la respuesta.
El vidente escribió entonces una carta que llegó a destino y contenía, en efecto la respuesta de la Santísima Virgen, la cual DESCRIBE PERFECTAMENTE EL PROBLEMA QUE MOTIVO LA PETICION, REPRODUCE EXACTAMENTE ALGUNAS EXPRESIONES DE LA MISMA Y SEÑALA CUAL ES LA SOLUCION CONCRETA, CONFORME A LA VOLUNTAD DE DIOS.
En suma: una respuesta maravillosa por su plenitud y claridad; y maravillosa también por el modo en que fue dada, ya que es imposible que el autor de la respuesta sea el vidente, ni persona humana alguna.
Los candorosos errores de ortografía y de sintaxis y la trabajosa letra en que la divina respuesta viene humildemente envuelta, no hacen más que iluminar y embellecer la autenticidad evidente de la intervención personal de la Santísima Virgen.
Naturalmente el lector desearía que ahora transcribiéramos aquí el texto completo de la carta-petición y el de la respuesta celeste. Vamos a satisfacer, parcialmente, ese justo deseo transcribiendo la posdata de la carta, donde el peticionante se dirige filialmente a su Madre del Cielo, diciéndole con sencillez: “Te ruego que tu respuesta me signifique una señal cierta de la autenticidad de los mensajes de este sagrado lugar, si Dios lo quiere”.
El lector juzgará si la respuesta es o no prodigiosa; si demuestra o no que el éxtasis y el mensaje de Anillos Martín fueron auténticos; y si la respuesta de la Santísima Virgen puede razonablemente tenerse por señal cierta de la autenticidad de los mensajes de El Palmar de Troya.
Para el interesado no cabe la menor duda. A nadie impone su certeza. Sólo expone su convicción absoluta, y la confiesa y proclama en honor de la verdad y de la Santísima Virgen, y la funda en razones evidentes que hasta ahora nadie ha logrado desvirtuar.
Y para terminar la exposición de este hecho, debemos agregar que el autor de la carta-petición y el autor de este prólogo es una misma y única persona, que declara aquí, bajo juramento público y solemne, que lo expuesto es enteramente fiel a la verdad.
Lo hace impulsado por un sentimiento muy hondo de lealtad y de gratitud y también por una orden expresa que ve en las palabras que la Santísima Virgen pronunció en el Lentisco el día 25 de Abril de 1971, como comprobará el lector, consultando el mensaje de esa fecha en la recopilación que estamos presentando.
Dichas palabras son las siguientes: EL QUE ESTA SEGURO DE HABER OIDO LA VOZ DEL CIELO, ESTA OBLIGADO A DAR TESTIMONIO DE ESA VERDAD, BAJO PENA DE CONDENACION”.
El que esto escribe, naturalmente, no quiere condenarse. Por eso publica aquí su testimonio sin esperar el juicio definitivo de la Iglesia, al cual, sin embargo, se somete desde ya.
Ahora bien: este hecho que no tiene en absoluto ninguna explicación humana y los demás que hemos presenciado o protagonizado personalmente los dieciocho peregrinos argentinos conducidos por el Padre Silvio Venturini, con ser tan sorprendentes, son muy poca cosa, comparados con la catarata de prodigios que se vienen multiplicando en El Palmar de Troya desde hace siete años y hasta el día de hoy, en que acabamos de recibir noticias de los prodigios obrados durante la Semana Santa de este año 1975.
Este impresionante conjunto de hechos maravillosos ha sido magníficamente documentado en un memorial firmado por 342 testigos presenciales, que dan perfecta razón de sus dichos y acreditan decisivamente, con precisión de fechas, lugares, personas y cosas, innumerables sucesos sin explicación natural, que abonan la autenticidad de las apariciones y mensajes de El Palmar.
El documento lleva fecha 15 de Abril de 1972 y fue presentado al señor Cardenal-Arzobispo de Sevilla, como recurso de nulidad contra la desautorización que el mimo prelado pronunció el 18 de Marzo de 1972.
Dada, pues, su capital importancia procesal y su enorme fuerza probatoria de la verdad de los hechos y, por tanto, de la autenticidad de los mensajes, se transcribe a continuación de este prólogo como prueba documental integrante del mismo. (Documento Nº 1).
El documento demuestra que los prodigios de El Palmar no sólo se produjeron con intervención de los videntes nombrados hasta aquí, sino también de otros, como María Luisa Vila, María Marín, José Navarro, Antonio Romero, Arsenia Llanos y Manuel Fernández.
El principal de ellos es, sin duda, Clemente Domínguez, y por esta razón se ha decidido la publicación de sus mensajes, lo que nos obliga a formular alguna breve referencia sobre este instrumento del Señor y de la Virgen.
Clemente Domínguez es un joven sevillano nacido en el año 1946 y cumplirá 29 años de edad, el 23 de Abril de 1975. Llegó a El Palmar, como tantos otros, atraído por los prodigios que comenzaron el 30 de Marzo de 1968, sin contar con ninguna espiritualidad descollante; antes, al contrario, él mismo dice y repite, con sincera convicción, que era y es un pobre pecador.
La manera sencilla y gradual en que fue conociendo las maravillas de El Palmar, primero con respetuosa curiosidad, y luego con la evidencia de lo sobrenatural que lo envolvió por completo y lo decidió a consagrar su vida a esta alta misión, podrá apreciarse en el relato que brindamos al lector bajo el título: “Datos históricos sobre hechos que precedieron a las primeras visiones y misión apostólica del vidente del Palmar de Troya, Clemente Domínguez Gómez” e insertamos a continuación del prólogo como parte integrante del mismo. (Documento Nº 2).
Esta publicación se efectúa conforme a un deseo expreso del mismo vidente, y por amabilidad y cortesía del autor, el joven Manuel Alonso Corral, abogado, residente en Sevilla y amigo de Domínguez, con quien ha compartido las emocionantes etapas de esa transformación de simples peregrinos, en Apóstoles de El Palmar, ya que también el doctor Alonso ha consagrado su vida a esta obra maravillosa. Se trata, pues, de un documento valioso, redactado por un testigo calificado y presencial, y confirmado por el mismo vidente.
Quienes hemos conocido y tratado personalmente a Clemente Domínguez en Buenos Aires en 1972 y 1973, y en Sevilla y El Palmar, en 1974, coincidimos en apreciar su buen sentido, equilibrio mental y sencillez, como asimismo su trato ponderado, afable y humilde.
Pero en ocasiones también hemos admirado su decisión e intrepidez para cumplir las instrucciones del Cielo y para afrontar y soportar con paciencia las continuas y graves dificultades inherentes a su dificilísima e incomodísima misión, como vidente y como apóstol de El Palmar, como mensajero de Dios ante las más altas Jerarquías de la Iglesia Católica y como defensor de la Tradición y del Magisterio.
Brillante ejemplo de lo dicho es la defensa del Papa Pablo VI que ejerció públicamente en Buenos Aires, y más, precisamente, en la Santa Casa de Ejercicios de la calle Independencia, ante un calificado y numeroso grupo de católicos, el día 21 de Octubre de 1972.
Frente a los ataques que dos destacados sacerdotes extranjeros dirigieron contra el Papa Pablo VI, Clemente Domínguez se puso de pie y, ante la expectación general, y la admiración de algunos, levantó su voz para defenderlo, calificando como “extremismo” la posición de los atacantes. Terminada su defensa se retiró de la reunión, exclamando con fuerza: “¡VIVA EL PAPA!”.
También deben destacarse las conferencias que pronunció el Buenos Aires los días 5 y 6 de Noviembre de 1973 en defensa de las Sagradas Escrituras, de la Tradición de la Iglesia, el Magisterio y del Papa Pablo VI. Sobre estas conferencias volveremos más adelante.
Clemente Domínguez y los demás videntes de El Palmar han protagonizado numerosas estigmatizaciones y copiosas sangraciones, principalmente en Semana Santa; sufrimiento místico de la Pasión del Señor, incluso la crucifixión, en espectáculos realmente sobrecogedores; recepción del Niño Jesús en los brazos, comuniones místicas visibles, revelaciones particulares y otros muchos hechos prodigiosos probados por numerosísimos testigos que acuden a El Palmar desde todos los rumbos de España y del mundo y documentados por grabaciones magnetofónicas, fotografías, tomas cinematográficas, actas notariales y publicaciones de toda índole. Una parte no desdeñable de esta abundantísima prueba documental ha sitio traída por nuestro grupo argentino en el mes de Febrero de 1974 y está a disposición del lector.
Además de los hechos prodigiosos, nosotros estimamos, como prueba de la autenticidad de los mensajes de El Palmar, la ortodoxia plena de la doctrina que allí se recibe y se difunde, y del culto grandioso, riguroso, solemne y conforme al rito tradicional que allí se practica con una intensidad sorprendente y con un sacrificio extraordinario.
También ellos, los videntes, estiman más la Misa que la visión y el éxtasis.
Un episodio aparentemente sin trascendencia así nos lo demostró con claridad. Era el sábado 5 de Enero de 1974. Estábamos asistiendo a Misa en el descampado Monte de Cristo Rey, en pleno invierno y a altas horas de la noche, cuando de pronto cayó en éxtasis el vidente Antonio Anillos Martín. Naturalmente, algunos lo advertimos y acudimos a rodearlo para entregarle objetos religiosos que la Virgen suele besar, y cartas que, a veces, contesta. Algunos peregrinos, en el afán de atender el éxtasis, involuntariamente dieron la espalda al altar y en ese momento, con gran edificación, oímos la voz de los dirigentes, advirtiendo, amablemente que se evitase dar la espalda al altar porque “LA MISA ES MAS IMPORTANTE QUE LA VISIÓN”.
Maravilloso sentido de equilibrio y de jerarquía entre el carisma ocasional y el centro vital del culto cristiano permanente, pues la Misa, sacrificio de valor infinito, es el máximo don de la caridad, y sin caridad, el carisma es metal que suena y címbalo que retiñe (Pablo, I Corintios, 13, 1).
La persistencia de hechos extraordinarios y de ese acatamiento fidelísimo a las Sagradas Escrituras, a la doctrina tradicional, a la autoridad de la Iglesia, al Soberano Pontífice y al culto tradicional a través de tan largo tiempo, a pesar de las persecuciones, calumnias, desprecios, injusticias y sufrimientos que soportan los videntes y los apóstoles de El Palmar y, sobre todo, el fruto espléndido de virtud, de piedad, de ortodoxia, de conversiones y de curaciones extraordinarias que brilla y crece cada vez más en El Palmar, son a nuestro modo de entender, señales inequívocas de la directa intervención del Cielo y, por tanto, de la autenticidad de los mensajes que ofrecemos.


Orden de los Carmelitas de la Santa Faz en compañía de Jesús, María y José