IV. LOS MENSAJES

Tan extraordinaria intervención divina no se explicada si no hubiera muy graves razones que la justifiquen. En efecto, las hay, y gravísimas. Y surgen del texto de los mensajes que en las apariciones se dieron y cuyo contenido es terrible y hermoso, como terribles y hermosos son la justicia y el amor de Dios que los inspira.
Los mensajes declaran solemnemente que la corrupción ha cubierto la faz de la tierra; que el mundo está cada día más “podrido”, y que la ira del Cielo pronto se abatirá sobre toda la humanidad con terrible violencia.
También declaran que Satanás se ha infiltrado en la Iglesia; que los errores modernistas y progresistas que en ella cunden, corrompen la doctrina, la moral y el culto tradicionales y resisten al Magisterio, por una arbitraria y aberrante interpretación del Concilio Vaticano II; que hay obispos que se han “prostituido” y es caridad descubrir al fariseo; que también hay pastores masones del grado 33; que Satanás ha escalado los más altos puestos de la Iglesia y llegará a sentarse en la Silla de Pedro, y que el Papa Pablo VI es hoy el mártir del Vaticano, porque se encuentra prisionero de un cerco masónico-marxista que no le deja gobernar.
Manifiestan además que, ante tales abominaciones, la copa de la ira de Dios no solamente está llena, sino que ya se desborda y se derrama sobre la humanidad mediante la progresiva agravación de catástrofes, inundaciones, terremotos, sismos, hambres, enfermedades, accidentes terrestres, marítimos y aéreos, conflictos sociales y políticos, guerras, odios y crímenes, que irán en aumento a medida que los hombres desprecien la ley de Dios y los avisos y mensajes que la Santísima Virgen ha dado en La Salette, Lourdes, Fátima y Garabandal, y sigue dando en El Palmar de Troya, México, San Damiano (Piacenza, Italia), y muchos otros lugares donde actualmente el Cielo reitera idénticos mensajes avalados por iguales prodigios.
Revelan, asimismo, que el principal azote de Dios es actualmente la masonería, la cual, mediante el marxismo, está incubando, dentro de la Iglesia, el cisma que la sacudirá violentamente, como una gran tempestad, cuando el Papa Pablo VI alcance la palma del martirio y en el Vaticano se nombre al sucesor, que será un antipapa, entregado a la preparación del reinado del Anticristo.
Anuncian también que, al estallar el cisma, dentro de poco tiempo, se producirá el gran milagro prometido en Garabandal; que si el mundo rechaza esa nueva señal del poder y del amor de Dios, caerá bajo la esclavitud del marxismo y la ira de Dios se desatará hasta sus últimas consecuencias; que el Caudillo del Tajo derrotará y perseguirá a las fuerzas marxistas hasta Moscú; que París será abrasada por el fuego y Marsella tragada por el mar; que las grandes metrópolis, hundidas en el pecado, serán destruidas, el mar inundará la tierra y las montañas se derrumbarán; fuego del cielo purificará la tierra y los enemigos de Dios perecerán todos en una hecatombe que nunca se ha visto ni se verá jamás.
Y profetizan que entonces, por fin, vendrá, con la justicia, la paz. Los apóstoles de los últimos tiempos, preanunciados por Grignion de Montfort, extenderán el Evangelio a todas partes; Rusia se convertirá; florecerá la primavera de la Iglesia, el Inmaculado Corazón de María derrotará a la serpiente infernal; y el mundo, iluminado por el triunfo de la Precursora de Cristo, Madre y Medianera de la Gracia, recibirá con gozo al Señor en su segunda venida a la tierra, para reinar, por amor, entre los hijos de los hombres. ¡Es la Parusía!
Pero sobre todo señalan los medios que todo hombre consciente debe emplear para enfrentar la catástrofe apocalíptica que ya ha empezado a ensombrecer el mundo y que dará paso, no al Juicio Final, sino a la luminosa y gloriosa venida del Señor.
Esos medios se resumen en dos palabras: Oración y Penitencia.
Oración que brote des reconocimiento de la realidad: realidad de Dios y realidad del hombre. Realidad de Dios, Creador, Redentor, Providente y Remunerador. Y realidad del hombre alzado contra el infinito poder de Dios, por la locura del pecado.
Oración que pida y alcance por mediación de María, la luz para la inteligencia y el arrepentimiento para el corazón.  Oración que lleve a la penitencia, que es arrepentimiento sincero y que es reparación y satisfacción por los pecados propios y  ajenos, mediante la aceptación del sufrimiento cotidiano y de la propia cruz, soportados y ofrecías por amor al Divino Crucificado y en unión con El.
Con este espíritu de realismo sincero y de hondura humana, filosófica y teológico, han de entenderse y cumplirse las prácticas piadosas que los mensajes recomiendan y que en El Palmar de Troya se cumplen con fervor y sacrificio ejemplares.
Las prácticas que los mensajes señalan, son: dejar el pecado, vestir y vivir con modestia cristiana, combatir la indecencia en la moda femenina, cumplir los deberes del propio estado de acuerdo con las normas de la moral cristiana, rezar con frecuencia el Rosario tradicional y el penitencial de Padrenuestros, defender la Misa Tridentina Latina, promulgada por San Pío V, y comulgar con fervor, de rodillas, en la lengua, y no en la mano, dando la debida acción de gracias; rodear de amor a la sagrada Eucaristía y rendirle culto solemne en horas santas, exposiciones mayores, adoraciones nocturnas, procesiones eucarísticas y visitas devotas al Sagrario, tan abandonado en nuestras Iglesias; adorar la Santa Faz del Señor y su Sagrado Corazón y honrar el Inmaculado Corazón de María, obedecer y defender al Santo Padre, el Papa Pablo VI, y rogar a Dios que lo libre de las manos de los enemigos que lo rodean en el Vaticano; sostener y difundir sus enseñanzas auténticas, obedeciendo a los obispos que están en comunión con el, y con la Santa Tradición y el Magisterio de la Iglesia; y no obedecer a los falsos profetas y malos pastores que optan por la herejía inmanente de nuestro tiempo, llamada progresismo.
Todo este riquísimo contenido doctrinal, histórico, profético, místico y carismático de les apariciones y mensajes de El Palmar de Troya y toda esta pujante y profanada vida espiritual que allí se enseña y que allí se practica intensamente, todas las noches, desde las 20 ha a las primeras horas del día siguiente, desde hace casi siete años, corroboran la certeza del divino origen de los mensajes, certeza que también surgió de las señales de autenticidad examinadas en el capitulo anterior del presente prólogo.
Porque es evidente que tan espléndidos frutos de oración y de penitencia, de ascética y santidad, no pueden ser productos de mensajes inventados por la malicia de Satán, ni por la imaginación de un iluso, ni por la habilidad de un farsante.
Ahora bien: si el contenido de los mensajes de El Palmar corrobora la autenticidad de su divino origen, no menos la reafirma la maravillosa coincidencia de ellos con los que se dictaron y continúan dictándose en otros lugares de apariciones que hemos visitado en España, Francia e Italia, durante los primeros meses del año 1974.
Es imposible incluir en estrecho marco de este prólogo el examen cuidadosa de la gran cantidad de apariciones, mensajes y hechos extraordinarios que en este viaje hemos conocido o recordado en tan diversos lugares, como Madrid (videntes: Amparito Guasp Pérez y María Nieves Suiz); Garabandal, situado a 90 kilómetros al Oeste de Santander (videntes: Dolores, Concepción, Jacinta y Maricruz); Monte Umbe, a 15 kilómetros al Norte de Bilbao (vidente: Felisa Sistiaga de Arrieta); Lourdes, en los Pirineos franceses (vidente: Bernardita Soubirous); La Salette, en los Alpes franceses, cerca de Grenoble (videntes: Maximino y Melania); Milán, vía Lunigiana (vidente: Carmela Carabelli); San Damiano, cerca de Piacenza, comuna de San Giorgio (vidente: Rosa Quatrini); San Vittorino, a unos 30 kilómetros de Roma, camino a Tivoli (estigmatizado Fratel Gino); Roma (vidente: Bruno Cornacchiola); Porto San Stefano, sobre el monte Argentario (vidente Enzo Alocci); Balestrino, cerca de Loano, en la costa ligur (vidente: Catalina Richero); y San Vicente Dels Horts, al Sudoeste de Barcelona, monte de la Virgen de los Remedios (vidente: José Casasampere).
No podemos detallar aquí todos estos mensajes, pero lo que podemos y debemos hacer es afirmar, con toda convicción, que los mensajes dados en los lugares mencionados, personalmente visitados por nosotros, coinciden, admirablemente, con los que recibieron Clemente Domínguez y los demás videntes de El Palmar de Troya.
Y si a esa sorprendente coincidencia, de amplitud continental, agregamos el examen de los mensajes de México (vidente: Reverenda Madre Marta Concepción Zúñiga López), y los de Nueva York, Bayside (vidente: Verónica Lueken), comprobamos, con asombro, que éstos también coinciden con los de El Palmar y con los demás de Europa.
Ahora bien: ¿cómo se explicaría esta magnífica coincidencia intercontinental si las apariciones no fueran auténticas y los mensajes no fueran verdaderos?


Orden de los Carmelitas de la Santa Faz en compañía de Jesús, María y José